Antes de la crisis del COVID19 nuestra sociedad se encontraba en una etapa de transición entre modelos. Veníamos de un modelo económico, político y social que había caducado y transitábamos hacia otro modelo todavía indefinido. Los cambios que sufríamos eran evidentes y, aunque no quisiéramos, el futuro se nos presentaba distinto. Sabemos, por la historia, que en este tipo de transiciones los errores, las dudas y la falta de dirección son aspectos habituales de las mismas.
En lo que respecta a la comunicación estábamos avanzando hacia un escenario en el que la misma se situaba en un plano estratégico ante cualquier actuación pública y privada. Lo que no se podía explicar difícilmente se podía desarrollar. La comunicación pasaba de táctica a estratégica.
Y de golpe, nos llega la crisis más espectacular e impensable jamás contada. Paramos el mundo y nos quedamos tres meses en casa. Y las preguntas resultan evidentes, ¿cómo afectará a la comunicación esta crisis? ¿Cómo arrancaremos nuevamente el mundo desde el ámbito de la comunicación? ¿Qué cambiará en comunicación? En términos generales, creo que tendremos efectos sobre los siguientes aspectos:
- Desarrollaremos nuevos hábitos comunicativos (saludarse con el codo, toser con el antebrazo…) y en general la comunicación tenderá a ser más modesta, emocional y auténtica.
- La inestabilidad será parte de nuestro día a día. Valoraremos mucho más todo lo que nos aporte estabilidad.
- La creatividad será una herramienta habitual en términos comunicativos. Durante el confinamiento nos hemos dado cuenta que somos más creativos de lo que pensábamos.
- Valoraremos lo esencial por encima de lo deseable. Valoraremos más lo que tenemos y posiblemente, todo será más personalizado y menos masificado. Es posible que la globalización pierda valor en algunos campos.
- Hemos descubierto que muchas cosas se pueden hacer online. Es posible que muchos procesos no regresen nunca a la vía presencial.
- La innovación será uno de los motores del futuro. Tendremos muchos cambios en muchos ámbitos de nuestra vida y nos acostumbraremos a una ‘nueva normalidad’. Lo único permanente será el cambio y la inestabilidad.
Y en términos prácticos, ¿podemos volver a reprender nuestra actividad comunicativa en las magnitudes y los principios que teníamos antes de la crisis? La respuesta de entrada sería que no. Creo que es un momento para reanalizar y repensar. Si antes de la crisis ya estábamos en una etapa clara de cambio, el escenario que deja la crisis es significativamente distinto al que existía antes de la misma. Volver al punto en el que estábamos me parece peligroso. Es por ello que propongo los siguientes pasos para reprender la actividad comunicativa habitual:
- Suspender la comunicación ordinaria.
- Desarrollar un nuevo análisis de la sociedad, de los stakeholders, del marco de relaciones…
- Analizar si el relato de la organización actual sigue siendo válido.
- Mirarnos nuestra marca con ojos postCOVID19. Debemos preguntarnos en que medida se ha visto afectada y si hay que retocar algo.
- Dejar de obsesionarse por el ROI a corto plazo. Buscar otras herramientas y otras coordenadas temporales para valorar el retorno de la inversión.
- Prever escenarios impensables. Pronosticar menos.
- Prepararnos para cambiar. La incertidumbre será una compañera de viaje.
- Es un buen momento para activar los mecanismos de transparencia interna.
- Si lo has necesitado, ya has activado mecanismos de cambio en tu organización. No los desaproveches.
- Resulta interesante reorganizar nuestra empresa para obtener nuevos aprendizajes y lecciones. Piensa que es una oportunidad. Se trata de un momento en el que es vital, para nuestra supervivencia, aprender todo lo que podamos.
Es posible que ante todos estos cambios el miedo a la incertidumbre esté muy presente en nuestro día a día. Debemos aprender a convivir con él y a convertirlo en un nuevo motor para la toma de decisiones. Es posible que sea duradero. Pero si es un activador y no un bloqueador acabará siendo un compañero de fatigas.
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