Después de escuchar una conversación con un funcionario público que se quejaba de su situación laboral motivo de la crisis del Coronavirus reflexioné sobre lo apropiado de la queja ante la situación que estamos viviendo. Cualquier persona puede quejarse y seguramente la queja tiene que ver con la libertad de expresión. Además, se trata de un recurso que puede ayudarnos terapéuticamente y sin duda, hay quién tiene razones evidentes para hacerlo.
Pero resulta que el funcionario en cuestión se encuentra en su casa sin trabajar y se le han mantenido todas las condiciones laborales que tenía antes de la crisis. O sea, percibe el sueldo al que tiene derecho sin ninguna variación como lo hacía antes de que estallara la crisis. Es evidente que no soy nadie para criticar a alguien que quiere quejarse, pero me gustaría proponer algún consejo para que esta crítica no hiera más de lo justamente necesario a las personas con las que interactúas. Es por ello que he elaborado un listado de algunos posibles escenarios laborales a los que la crisis nos puede haber conducido (seguro que hay más pero he intentado reducirlos a los que podrían ser más plausibles) ordenándolos de más a menos negativos:
- Estabas en el paro al empezar la crisis y sigues en el paro.
- Trabajabas al empezar la crisis y ahora estás en paro.
- Eres autónomo y la crisis te ha hecho parar en seco tu actividad profesional.
- Trabajabas al empezar la crisis pero ahora no porque la empresa ha hecho un ERTO con un panorama incierto sobre como terminará la situación.
- Sigues trabajando pero la crisis te ha situado en unos niveles de estrés, presión e incomodidad muy altos.
- Eres autónomo y la crisis te ha hecho perder un porcentaje muy importante de tu negocio.
- Trabajabas al empezar la crisis pero ahora no porque la empresa ha hecho un ERTO pero el panorama parece razonablemente esperanzador y cuando la crisis termine todo debería regresar más o menos a la normalidad.
- Teletrabajas y sigues percibiendo el mismo sueldo y gozas de las mismas ventajas laborales que tenías antes de la crisis.
- Estás en casa sin trabajar pero sigues percibiendo el mismo sueldo y gozas de las mismas ventajas laborales que tenías antes de la crisis.
- La crisis no ha ocasionado cambios sustanciales en tu vida laboral o incluso te ha reportado algunos beneficios.
Para intentar no incomodar a las personas con las que hablamos, propongo que cuando conversemos sobre trabajo tengamos en cuenta en cuál de las situaciones nos encontramos y apliquemos las tres reglas siguientes:
1. Intenta no ser explícito en la queja si tu interlocutor está en un escenario más negativo que el tuyo. Deja que sea él el que se queje.
2. Si te encuentras con personas que están en los escenarios 1, 2, 3, 4, 5 y 6 deja que sean ellos los que se quejen. Seguro que tienen motivos.
3. Si te encuentras en los escenarios 7, 8, 9 y 10 quizás sería aconsejable que no te quejaras mucho porque es posible que la crisis hasta te haya ocasionado alguna situación positiva.
Es muy posible que el funcionario público en cuestión no fuera consciente de la posición privilegiada en la que se encontraba (especialmente si se comparaba con sus interlocutores) y que en su conversación no existiera ninguna maldad ni voluntad de incomodar a nadie. Pero creo que tampoco es menos cierto que hay personas, y me atrevería a generalizar que hasta algunos colectivos, que han hecho de la queja el relato de su vida. Siempre se quejan, siempre se compadecen y todo lo que les pasa es negativo o es culpa de los otros. Quizás el consejo más útil para afrontar esta relación sería no hablar con ellos. *
*He querido referirme sólo a quejas que tengan que ver con la situación laboral y no a otro tipo de quejas.
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