Sherry Turkle en su ensayo En defensa de la conversación defiende que el uso de las tecnologías ha sacrificado la conversación y ha reducido la capacidad empática entre los seres humanos. Se trata de una reflexión sobre la distracción que suponen los dispositivos móviles cuando hablamos con nuestros seres queridos o compañeros o sobre la forma en la que hemos sustituido las charlas por mensajes o correos electrónicos. Sin duda, una mala noticia.
La conversación es un acto que define a los humanos. Comunicarse es propio de los seres vivos pero conversar lo es solo de las personas. De hecho, la conversación va más allá de relacionarse con alguien. Para conversar es imprescindible que existan como mínimo dos seres humanos (sea presencialmente o digitalmente). Conversar sirve para aprender, para entender, para descubrir, para empatizar… La conversación es indispensable para que el ser humano socialice. Pero también es importante para formarse. En mi opinión una formación sin conversación resulta incompleta.
En mi condición de profesor cada vez que alguien me pregunta si conozco un curso (grado, master, posgrado…) sobre algún tema o disciplina en particular le respondo lo mismo: busca a gente que sepa del tema y conversa con ellos. Intenta que te expliquen lo que saben y como lo han vivido. Haz las preguntas oportunas y sobretodo escucha. Porque la conversación tiene mucho de escucha. En la escucha está buena parte del aprendizaje y especialmente en la escucha activa (http://www.joanfrancesccanovas.com/?p=381).
La formación debería desarrollarse alrededor de las conversaciones. No es la primera vez que después de una sesión académica hemos terminado con el profesor tomando una cerveza en un bar y al finalizar los estudiantes han reconocido que habían aprendido más allí que en clase. ¿Por qué? Porque en clase se había producido un monólogo y en la ‘prórroga’ una conversación. Deberíamos tener más conversaciones en los procesos formativos que desarrollamos. Menos teoría y más conversaciones. No digo que no sea necesario enmarcar las cuestiones y que la conversación lo sea todo. Lo que afirmo es que una formación debería tener siempre conversaciones como un proceso natural para desarrollar el conocimiento de una forma más completa.
La formación del futuro será más conversacional porque en la conversación está buena parte del conocimiento y la formación tienen como objetivo generar conocimiento. Generemos más conversaciones en nuestros procesos formativos. Busquemos con quién conversar y mantengamos una actitud para poder conversar. El conocimiento se abrirá paso de forma mucho más fácil.
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