Tengo la impresión que vivimos nuestra vida con rapidez, con demasiada rapidez. Todo es para ayer, todo se quiere aprender rápido y a todo se le dedica menos tiempo del necesario. Posiblemente ahora hacemos más cosas que las que hacíamos hace unos años. Entramos en espirales de aceleración de las que nos cuesta salir habiendo comprendido todo lo que hemos vivido. Quizás hacemos demasiadas cosas o quizás simplemente hemos acelerado todos los procesos y actividades de nuestra vida. Sea como sea intento resumir a continuación una visión posible sobre las dificultados de un mundo acelerado.
- Definitivamente pienso que hacemos demasiadas cosas. Y dado que el tiempo para hacerlas es el mismo el resultado parece obvio: las hacemos peor.
- El multitasking (hacer muchas cosas a la vez) nos ha conducido a la dificultad de concentración. Nos cuesta estar mucho tiempo dedicados exclusivamente a algo. Y por tanto el hiperactivismo se convierte en una plaga.
- Interesarse por algo nos demanda conocerlo y el conocimiento requiere de tiempo. Por tanto, si no disponemos de él costará tener interés por las cosas.
- La rapidez genera oportunidades más tácticas que estratégicas. Ver una oportunidad es posiblemente una cuestión de rapidez, comprender cómo ha sido generada requiere tiempo.
- La escucha es la gran perjudicada. No tenemos tiempo para escuchar y seguramente esto nos dificultará mucho el aprendizaje. Aprender requiere mucha escucha.
- Sin tiempo y sin escucha no hay silencio y sin silencio es imposible llegar a la sabiduría.
- El silencio permite escucharnos a nosotros mismos y rectificar nuestros errores. El error es una estación previa del éxito. Y sin tiempo para cambiar no habrá éxito.
- Entiendo que debemos analizar con rapidez pero el análisis conlleva tiempo. Por tanto, las decisiones conllevan tiempo. Si no lo tenemos las decisiones serán más aleatorias.
- La espiral hiperactiva en la que nos situamos hace que las experiencias ocurran más rápido de lo que somos capaces de asimilarlas sensitivamente. Y el resultado es que vivimos cosas increíbles que perceptivamente nos parecen cuotidianas.
- Está demostrado que la generación de la emocionalidad requiere tiempo. Y por tanto, la ausencia de tiempo nos sitúa en la imposibilidad de asumir vivencialmente todo aquello que experimentamos.
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De lo escrito y de muchas otras consideraciones concluyo que el tiempo es el bien más preciado de nuestra sociedad. ¿Y cómo conseguir más? El tiempo es la piedra filosofal de la felicidad. Sigo buscando!!
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