Los que nos dedicamos a la comunicación corporativa estamos cansados que todo el mundo tenga claro como debe hacerse nuestro trabajo. En temas comunicativos todos tienen opinión y todos creen conocer la piedra filosofal que resuelve los problemas. Pasa igual que con el fútbol. Todos tienen la alineación, la estrategia y la táctica perfecta y victoriosa. Y parece mentira que nadie, ni a los que les toca finalmente decidir, haya reparado en ello. En comunicación ese ‘tic’, por llamarlo de alguna forma, sigue muy presente. “Yo lo que haría sería…” o “Si está clarísimo, haces esto y…” son comentarios habituales y nos hemos acostumbrado a ellos. Aunque resonarían fuera de toda lógica si hiciésemos lo mismo con el director financiero o con el de seguridad de la organización en la que trabajamos.
Hace pocos días en una crisis de comunicación de una empresa con la que tengo un cierto contacto asistí a un acto que desde mi óptica era casi surrealista: el Director General dictaba la nota de prensa que debían emitir a los medios a su Director de Comunicación. Por más que este le intentaba explicar que podía ser contraproducente y le intentaba conducir hacia un lenguaje más mediático, el máximo responsable de la organización insistía, marcando galones de Rey de la Selva, en el contenido exacto que debía tener. De entrada me pareció un derroche de recursos porque pagar a un DIRCOM a precio de copista o secretaria no resulta de lo más inteligente pero también es evidente que el papel del responsable de comunicación quedaba en entredicho. El hecho no sé si es habitual pero seguro que a muchos no les genera ninguna sorpresa. Una crisis es una situación problemática mediatizada que sufre una empresa, institución u organización. Si tratamos con los medios, ¿quién es el encargado de hacerlo y quién, en principio, debe saber más que nadie en la organización? No hace falta decir nada más ¡¡Zapatero a tus zapatos!!
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